Volver de vacaciones o de un periodo de descanso hace que nos cueste coger la rutina, pero gracias al té esa tarea se vuelve más fácil. Componentes del té tales como la teína, las catequinas y los aminoacidos (L-teanina) nos ayudan a reactivar la mente, aumentar la atención y concentración, mejorar el sistema inmunológico, disipar la ansiedad y reducir el estrés. Es decir, con té estaremos relajados pero con energía para afrontar el día.
Un estudio realizado por la Universidad de Swinburne (Australia) que relaciona el consumo de té con la reducción del riesgo a padecer disminución cognitiva y el estado de ánimo, llegó a la conclusión de que los individuos que habían estado bebiendo té se mostraban más calmados, felices y con mayor capacidad de concentración por más tiempo. Incluso encontraron indicios significativos de mejoras en la atención visual, auditiva e intersensorial.
Además, una investigación de laboratorio conjunta de la Universidad de Singapur y el Departamento de Geriatría del Hospital Alexandra (Singapur) sugiere que el té tiene efectos protectores neurocognitivos. Durante el ensayo se controlaron dos factores (el consumo de té y el resultado de unos test cognitivos), esto mismo se volvió a evaluar una año después y se repitió la prueba dos años más tarde. Llegaron a la conclusión de que había una asociación significativa entre el total del té ingerido y un menor deterioro cognitivo (independientemente de otros factores de riesgo), por lo que el consumo regular de té podría ayudar a mantener en buen estado las funciones cognitivas.
Por otro lado, la Universidad de Bari Aldo Moro (Italia) quiso estudiar la relación del consumo de té y el retraso en el desarrollo de demencia y se concluyó que el té ayuda a aumentar la alerta mental y mejorar la actividad cognitiva. Para ello se valoraron los efectos a corto plazo en la función del cerebro pero también los efectos a largo plazo, encontrando pequeñas evidencias que indicaban que el consumo de té podría proteger contra la disminución cognitiva o la demencia. A pesar de los resultados positivos obtenidos, son demasiado limitados (se necesita ampliar los estudios y hacer periodos de seguimiento más largos) para precipitarse hacia ninguna conclusión.
En resumen, los estudios todavía están en una fase muy inicial para poder concluir que el té protege de la demencia, pero lo que sí está quedando claro es que ayuda al desarrollo cognitivo, mantenernos alerta, mejorar el aprendizaje, asimilar más información, estar concentrados pero sin estresarse ni crear ansiedad y por tanto nos ayuda a... ¡Estar contentos! Al menos a mí me haces feliz con una taza de té, je, je, je.
Un estudio realizado por la Universidad de Swinburne (Australia) que relaciona el consumo de té con la reducción del riesgo a padecer disminución cognitiva y el estado de ánimo, llegó a la conclusión de que los individuos que habían estado bebiendo té se mostraban más calmados, felices y con mayor capacidad de concentración por más tiempo. Incluso encontraron indicios significativos de mejoras en la atención visual, auditiva e intersensorial.
Además, una investigación de laboratorio conjunta de la Universidad de Singapur y el Departamento de Geriatría del Hospital Alexandra (Singapur) sugiere que el té tiene efectos protectores neurocognitivos. Durante el ensayo se controlaron dos factores (el consumo de té y el resultado de unos test cognitivos), esto mismo se volvió a evaluar una año después y se repitió la prueba dos años más tarde. Llegaron a la conclusión de que había una asociación significativa entre el total del té ingerido y un menor deterioro cognitivo (independientemente de otros factores de riesgo), por lo que el consumo regular de té podría ayudar a mantener en buen estado las funciones cognitivas.
Por otro lado, la Universidad de Bari Aldo Moro (Italia) quiso estudiar la relación del consumo de té y el retraso en el desarrollo de demencia y se concluyó que el té ayuda a aumentar la alerta mental y mejorar la actividad cognitiva. Para ello se valoraron los efectos a corto plazo en la función del cerebro pero también los efectos a largo plazo, encontrando pequeñas evidencias que indicaban que el consumo de té podría proteger contra la disminución cognitiva o la demencia. A pesar de los resultados positivos obtenidos, son demasiado limitados (se necesita ampliar los estudios y hacer periodos de seguimiento más largos) para precipitarse hacia ninguna conclusión.
En resumen, los estudios todavía están en una fase muy inicial para poder concluir que el té protege de la demencia, pero lo que sí está quedando claro es que ayuda al desarrollo cognitivo, mantenernos alerta, mejorar el aprendizaje, asimilar más información, estar concentrados pero sin estresarse ni crear ansiedad y por tanto nos ayuda a... ¡Estar contentos! Al menos a mí me haces feliz con una taza de té, je, je, je.
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